jueves, junio 04, 2015

Quise volver entre la oscuridad, aunque la luna me salvo mil veces y mis dedos a tientas rozaron tu cuerpo. La noche se la trago el silencio, la hizo sucumbir con su vacío desgarrador y yo sin ti y sin mi, me quede esperando  que la luz del sol se deslizara bajo la puerta, bajo mis párpados encandilados de oscuridad.
Entre la luna y el sol, bajo los cielos infinitos de tu padre, recorriste los desiertos, la sequedad y la ausencia, sólo para darme de tu agua y tu paz. Cruzaste la oscuridad y el frío entre dos tibios corazones colmados de miedo y amor. Solo para llegar a mi y regalarme tu eternidad.
Ven, quiero morderte toda, como a la  manzana roja que cuelga entre tus pechos, deja morderte antes que la serpiente nos abrase  con sus ojos de fuego infinito. deja morderte antes que caiga la noche y nos perdamos en el oscuro bosque desnudos para siempre.
La luz llega a través de los árboles, mientras caminas descalza por el bosque recogiendo flores y manzanas. Yo te espero bajo mi árbol de siempre, el mismo de las cálidas tardes de mi infancia, el mismo donde reposa Dios los domingos.
Vengo de la montaña. He cruzado valles y ríos profundos, sólo para llegar a ti, en esta plena oscuridad, donde los pájaros se han olvidado despertar y cantar, donde los leones no saben donde ir. He llegado hasta aquí para prender fuego al bosque y desnudar toda oscuridad, todo pecado oculto. Escucharte llorar en esta fría madrugada de repentinas lluvias. Me quedare esperando que Dios recoja las cenizas y las almas perdidas, hasta que llegue el nuevo amanecer, hasta que Dios siembre la tierra nuevamente.
Me despido entre laureles y manzanos, mientras la noche cae entre tus piernas y tu boca. Te dejo para volver a tomar la vida. Con mis alas más abiertas, con mi sonrisa más feliz.
Te di el último beso y salte a la oscuridad. Algunos pájaros se cruzaban, algunos ángeles en el camino y Dios descalzo se levantaba a encender el sol.