Tus dedos como hilos que caen del cielo, tus pechos como la fruta mas preciada del huerto del Edén.
Y yo, a la deriva entre la eternidad y un cielo oscuro. buscándote a tientas con mis manos llenas de tormentas y deseos, y tú, jugando y mordiendo la fría luna con tu boca de niña y tus garras de leona.