Bajo la tenue lluvia te abalanzas sobre mí, tus pies descalzos me recuerdan el paraíso, un árbol de manzanas junto a tu desnudez parece una frágil eternidad y te miro y te beso, mientras comes callada, mientras el viento levanta las hojas en un remolino infinito y entonces te pierdes entre la sombra del viejo árbol y tus ojos destellan por última vez.